Mucho antes de sus modelos insignia, sorprende descubrir que Renault está presente en Colombia desde 1927, hace casi 100 años. Una presencia ocasional que presagiaba un gran fenómeno, en un país que despertaba a la motorización.
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Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.
La relación de afecto entre Renault y Colombia lleva más de medio siglo y es tan reconocida, que escribir más sobre el tema es redundancia. De los modelos armados o importados por Sofasa se ha dicho todo, y de vez en cuando surgen curiosidades entre modelos desconocidos como R5, R11 o Fuego, por citar algunos. Por eso, redescubrir los antecedentes esta etapa como 4CV, Dauphine o R10, siempre es un hallazgo feliz.
Por eso, cuando se investiga su historia inserta en la del automóvil colombiano, sus orígenes resultan insólitos. La publicidad misma como indicio es fuente de documentación metódica y, por cuestiones del azar, quien estas líneas escribe corroboró un momento fundacional fijado en septiembre de 1927. Al parecer, allí fue cuando un Renault rodó por primera vez en nuestro territorio con fines comerciales.
Con todo y ello, la presencia de esta marca en el país se remonta a 1921, hace exactamente 100 años. En aquel tiempo, la naciente Fuerza Aérea Colombiana recibió aviones de instrucción Le Rohne remanentes de la Primera Guerra Mundial con motores fabricados por Renault. De ellos, sobrevive una planta en el nuevo museo de la FAC en Briceño, Cundinamarca.
Los primeros
Volviendo a los carros, ediciones del desaparecido tabloide «Mundo al Día» exhiben avisos de una naciente sociedad de consumo y de fenómenos como la motorización por tierra y aire. Dicho medio fue famoso por ser el que insertó al periodismo nacional en los albores del siglo XX. En medio de las predominantes marcas norteamericanas, sorprende encontrar el nombre de Renault en letras grandes.
Como cosa especial, los modelos exhibidos son fotografías o pinturas, en un momento en que prima la ilustración a plumilla y tinta, más acorde con la impresión en periódicos. Otro detalle es que, si bien la vista de perfil para los vehículos no era exclusiva de Renault, si era la más utilizada. Las demás marcas también recurrían a semiperfiles o contrapicados con ambientación.
Pero no solo «Mundo al Día» se tomó como referencia antes de la era de Internet, cuando se descubrieron esos ejemplares. La colección de «El Tiempo» en la red confirma el fenómeno Renault en la Colombia de la ‘prosperidad al debe’ y el fin de la hegemonía conservadora.
«Ocho botellas de gasolina»
Se recurría a múltiples argumentos de venta, similares a los actuales. Un bajo consumo de combustible (tasado en «ocho botellas -litros- de gasolina por cada 100 kilómetros», unos 47 km/galón), su masivo ingreso a América Latina, la solución a la necesidad de transporte para profesionales o negociantes y, en el caso de los camiones, ser los preferidos de empresas y entes gubernamentales de todo el mundo.
Un argumento que hoy resulta curioso es el de ser «el más resortado», expresión que hoy podemos interpretar como el de mejor suavidad de marcha. Pero quizás, el mejor y más contundente era el de la elegancia francesa, por lo que se les cataloga como «un recuerdo de París». Una paradoja frente al eslogan que 50 años después dio a conocer al Renault 4 en el país, y que da nombre a esta Revista Virtual: «El carro colombiano».
Por estos anuncios se sabe que el primer representante local de Renault fue José del Carmen Gutiérrez, reconocido en la época por su actividad como importador de mercancías varias, traídas precisamente desde Europa. Fue el quien, según se encontró en pesquisas posteriores, trajo los primeros taxímetros al país.
Primera semilla
Estas evidencias quedaron olvidadas por décadas, pues los vehículos Renault de esa primera época no duraron mucho en el mercado nacional, y a la fecha, no se conocen unidades sobrevivientes de ellos.
Por otro lado, de la marca no se volvió a saber en el país hasta su retorno a finales de los años cuarenta, con los modelos Juvaquatre y 4CV y más adelante, con los Dauphine y R10. Claro, su verdadero ‘enganche’ con los colombianos se dio al establecerse como marca de ensamble nacional en 1970.
Pero retomar este contenido refuerza una fidelidad de marca y reescribe una historia nacional del automóvil, que se creía completa y conocida con lo que vino desde el Renault 4 en adelante.
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CRÉDITOS:
- Textos, investigación e imágenes de archivo: Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
- Restauración de imagen, edición y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.
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