10 años antes de su ensamble en Colombia, el Fiat 600 apareció como vehículo importado y bajo cuatro marcas diferentes, tres de ellas con producción bajo licencia. Un chiste con elefantes y hasta un acto circense sirvieron para promocionarlo.
Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, investigador e historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.
El “Topolino” no era un desconocido cuando se ensambló en Colombia. En varias oleadas y desde varios orígenes, había venido como importado en los años sesenta. En 1961, Corauto trajo el Fiat 600 italiano junto a la mini camioneta Multipla. Para 1965 vino como SEAT 600 en la primera exportación de esa firma española, pero a la par vino desde Alemania con la marca Neckar, y como Zastava 750 desde Yugoeslavia.
No es raro ese fenómeno. Por una parte, el 600 lideraba una nueva generación de vehículos racionalmente concebidos y de fácil producción desde cualquier lugar y circunstancia, atributo implícito en el diseño italiano. Por otra, era el modus operandi de Fiat desde antes de la guerra, pero astuta y extensivamente aplicado desde mediados de siglo con la cesión de sus licencias a otras fábricas del mundo.
Por cierto, esta estrategia tenía una especial tendencia a los países bajo influencia del socialismo soviético. La Italia de la posguerra tuvo tratos con ambas facciones de la Guerra Fría, y ello favoreció su expansión industrial.
Cuatro marcas, un solo auto verdadero
La Colombia de los sesenta obtenía sus vehículos mediante el inicio del ensamblaje industrial, intercambios agropecuarios e importaciones de países diferentes a los tradicionales, muchas veces desorganizadamente y sin la continuidad que garantizara la presencia de dichos modelos en el mercado. En parte, ello justificó las múltiples apariciones del Fiat 600 y sus ‘gemelos’ en el país.
De hecho, lo que caracteriza estos reestrenos dispersos, es su publicidad. Algunos anuncios en prensa eran básicos y convencionales, incluso discretos como el de Zastava. Incluso, para los conocedores colombianos del fenómeno “Topolino” es una sorpresa este antecedente yugoeslavo por su muy escasa difusión en favor del sedán 1300. Pero la evidencia está en El Espectador de febrero 23 de 1966.
Nada descollante, sin eslogan o recursos persuasivos atractivos. Tan solo una foto de perfil y la identidad de marca, invitando a separarlo en la agencia de Hernando Martínez Salazar, Automar Ltda., en Bogotá.
Resulta rara esta representación para un producto de origen Fiat, pues para los años sesenta y setenta, dicha responsabilidad estaba en manos de la firma Corporación Automotora Ltda. -Corauto-. Ellos si abarcaron el paraguas de marcas Fiat bajo las cuales se vendieron el 600 y otros modelos como 1500 y 850 Sport, que se presentaban con mensajes más llamativos.
Con ellos, nació la pregunta humorística de cuántos elefantes cabían en un Fiat 600. Entre tanto, la prensa capitalina hizo eco del SEAT 600-D español con el eslogan “Más grande por dentro que por fuera”, incluyendo un anuncio de página completa en la revista Cromos.
Pero una curiosidad desconocida tuvo lugar bajo la carpa del circo Tihany en abril de 1966. Un Fiat 600, aportado como “gentileza de Corauto”, sería objeto de un acto de desaparición ante los ojos del público. Aunque se ignoran testimonios al respecto, la publicidad de la prensa capitalina lo demuestra. Además, se sabe que dicho acto se repitió en Medellín, aunque con un Ford Falcon de Agenciauto.
La realidad automotriz de Colombia en esa época relegó al Fiat 600 a un papel tal vez algo marginal. Pero la posterior aparición del “Topolino” ensamblado por C.C.A. lo redimió en parte para un país que hoy lo valora en su justa medida, como automóvil histórico con un toque especial de simpatía.
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CRÉDITOS:
- Textos e investigación: Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
- Imágenes: Archivo digital El Tiempo / Google News. Camilo Ernesto Hernández.
- Restauración de imagen, edición y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.
Prohibida la reproducción o publicación del material aquí expuesto sin citar como fuente a la Revista Virtual EL CARRO COLOMBIANO.
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