La libertad, representada en el vuelo de una gaviota, motivó a los colombianos a estrenar Renault 21. Algunos problemas lo opacaron.
PUBLICRÓNICA No. 47.
Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.
Cuando llegó el Renault 21 a las vitrinas de Colombia, más de 15 exitosos años presagiaban que Renault estaba predestinada a triunfar perennemente en nuestro país. El R12 inició un camino de confort, que siguió el mejorado R18 que solo tuvo un lustro de presencia en vitrinas.
Su vanguardista reemplazo apareció en 1986 y José Clopatofsky, director de la revista Motor, lo conoció ese año como corresponsal del Tour de Francia. Así, el Renault 21 sería la gran novedad de 1987.
Presentado inicialmente en la carrocería sedán, de inmediato se revistió de múltiples variantes de motor y dotación, incluyendo plantas diésel y Turbo. Sus líneas, autoría del célebre Giorgetto Giugiaro, marcaban la década del ’80 plantando cara a sus contendores europeos. Nació con estrella, declarado «Coche del Año» en España, el mismo año de su estreno en Colombia.
Renault 21 en Colombia: libre como una gaviota
Llegó a nuestro país en marzo de 1987, simultáneo al R9 Gama 2 y recibido con el mismo entusiasmo de cualquier nuevo modelo de la marca. En aquel tiempo, la publicidad del automóvil y muchos otros artículos se enfocaba en lo grandioso, la superioridad y el poder.
En un principio se pensó en seguir el mismo camino agregando conceptos mitólogicos, pero la idea se desechó por miedo a una percepción de arrogancia.
En su lugar, el concepto de «libertad» se adoptó a partir de un libro que era tendencia: «Juan Salvador Gaviota», de Richard Bach. El vuelo de dicha ave marina fue alusión constante al nuevo Renault 21.
De cualquier modo, la sensación de independencia que debía sentir su potencial comprador al conducirlo, encajaba en los cánones de imponencia propios de la publicidad de entonces. Su eslogan rezaba: «Libera su pasión por la libertad».
Producción de alto nivel
La agencia Aser Publicidad, que relevó a Propaganda Sancho como creativa de la marca, nombró un equipo para producir el comercial y extrapolarlo a medios impresos. Uno de sus creativos, Alfonso Carreño, definió los citados conceptos.
Del equipo formaron parte Guillermo Restrepo y Rosario Díaz en la producción, Camilo Cuéllar en la dirección, la realización de Diego Villegas, la música a cargo de Bernardo Ossa, la locución del maestro Gonzalo Ayala (quien acompañó toda la vida publicitaria del modelo hasta la transición al nombre «Etoile», y el pilotaje profesional de Guillermo Valencia, quien llevó el carro de Bogotá a Cartagena.
En ambas ciudades se hicieron las tomas, reservando las de exteriores para la Ciudad Heróica. Las gaviotas, filmadas en Los Ángeles, Estados Unidos, se adicionaron en posproducción.
Claro, la grabación no estuvo exenta de algunos riesgos. Una fuerte brisa hizo que el helicóptero de filmación (que hoy sería un dron), fuera arrastrado por la corriente y pegara contra el mar.
Por otro lado, como correspondía a la evolución del producto, el Renault 21 familiar se conoció a finales de año con el nombre Nevada. Esta vez, con protagonismo familiar y niños que elevaban cometas en forma de gaviota, su frase bandera rezaba «Nuevas dimensiones para su libertad».
Esta camioneta pasó a la historia por su muy evidente extensión de carrocería, con 15 cms más de distancia entre ejes respecto al modelo sedán. En la publicidad, esta característica se acentuó mediante una audaz perspectiva visual que daba la sensación de alejarse del espectador.
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Desilusión
Tanto la publicidad, como la presencia misma de un Renault imponente y actual, arrastró compradores entusiastas a los concesionarios. Pero fue cuestión de un año, para que la desilusión lo opacara todo.
Sofasa se apresuró en adaptarlo para su producción mientras cursaba su estreno global, cuando a sus demás modelos les había tomado más tiempo de pruebas y adaptación.
Ello derivó en conocidos defectos congénitos de ensamblaje, que perjudicaron duramente la imagen del Renault 21. Con todo, la empresa cumplió con las rectificaciones por garantía y los siguientes lotes salieron a la calle con absoluta confiabilidad. No obstante, el daño ya estaba hecho.
Además, hubo un factor externo: la actualización que C.C.A. hizo del Mazda 626 en 1988 con su generación Asahi, más completa, lujosa, confiable y con más opciones de línea. Su otro competidor, el Chevrolet Monza, no alcanzaba a esta dupla por motivos distintos y una línea ya ajena al momento.
Libertad truncada
Ni siquieras las campañas siguientes, que apelaban al lujo y la potencia, lograron levantar la reputación del Renault 21, arrastrando esa «fama» a toda su evolución hasta 1994, cuando se dejó de producir. Así ocurrió con la actualización que llegó en 1990, con todo y que fue el primer vehículo de industria nacional con inyección electrónica de combustible.
Buscando subsanar ese ingrato reconocimiento, se reemplazó su tradicional denominación numérica por el nombre Etoile (estrella en francés), único caso en todo el mundo en el que Renault debió rebautizar al R21. Pero eso será parte de otra Publicrónica.
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CRÉDITOS:
- Textos e investigación: Camilo Ernesto Hernández Rincón.
- Imágenes: Archivo EL CARRO COLOMBIANO.
- Edición de texto, reconstrucción digital de imágenes y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.