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Un anuncio publicitario es el único testimonio de la primera empresa de ensamble de carros en Colombia, que no llegó a operar. Planeaba producir carros Rambler y Toyota.
PUBLICRÓNICA No. 71.
Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.
Hay un antes y un después en la industria nacional del ensamblaje automotor, que comprende también a motocicletas y motocarros. Desde 1961, cuando Leonidas Lara e Hijos armó al Jeep Willys CJ-5, inició una actividad que hoy reconocemos en su sucesión, la desaparecida Compañía Colombiana Automotriz; en las vigentes Renault-Sofasa y GM Colmotores, Hino, Fotón, y en iniciativas sin continuidad como TEA, Willco o Bronto de Colombia.
Antes de ello, hubo dos intentos aislados en un mismo año: 1951. En aquel tiempo, los hermanos Dugand armaron Studebaker en Barranquilla y Pedro Olarte hizo lo propio en Medellín con Austin, pero distaban aún de ser una actividad realmente constituida como hoy la conocemos.
De hecho, los primeros vehículos que llegaron al país debieron desarmarse para llevarlos “a lomo de mula” a las ciudades que los vieron rodar. Se menciona que los hermanos Juan Manzur armaron en 1917 los Ford T que llegaban por Cartagena. Y en razón a su tamaño, muchos camiones importados llegaban parcialmente desarmados para ser terminados en las bodegas de los puertos.
PANAL: pudo ser la primera ensambladora formal de carros en Colombia
En plena posguerra, la economía global se reconstruía. Eso llevó a una inquietud que se plantearon países en desarrollo como Colombia: diversificar su producción y entrar al campo de la industria automotriz.
Fue en el régimen del general Rojas Pinilla donde esto se planteó como política de Estado, haciendo una convocatoria pública a la que respondieron cinco empresas. De ellas, tiempo después se concretaron Colmotores, fundada en 1956 y que oficialmente fue la primera ensambladora constituida en Colombia; y Leonidas Lara, que tenía tradición importadora con potencial de transformación productiva y produjo finalmente el primer auto nacional.
Otras dos se opacaron y de ellas, muy poco se sabe. Icoautos, destinada a producir Volkswagen junto a tractores Porsche; y la Productora Nacional de Automotores S.A., bajo la sigla PANAL.
En ese mismo año, el 21 de febrero, apareció en la página 10 del periódico El Colombiano de Medellín, un aviso a página completa que anunciaba el acuerdo de asistencia técnica firmado entre American Motors Corporation de Detroit, E.E.U.U., y PANAL de Bogotá. El mismo apuntaba a producir en el país, desde ese mismo año, sus vehículos bajo la marca Nash. Ello requiere un contexto adicional.
American Motors: breve historia
Conocida de vieja data por los colombianos, esta firma independiente fue creada en 1917 por el ex presidente de GM, Charles W. Nash, cuando compró a la declinante fábrica Rambler (nombre que retornaría en el futuro) y comenzó la producción de autos con su apellido.
Al paso de los años, innovó en campos como el del confort interior con sistemas de climatización desarrollados junto a su asociada Kelvinator, dedicada a la refrigeración; y lanzó los primeros modelos que podían convertir sus asientos en camas para pasar la noche.
Después de la Segunda Guerra Mundial, lanzó modelos de líneas revolucionarias como Airflyte o Metropolitan. Vislumbró al automóvil compacto en los años 1950, se arriesgó en el campo de deportivos con el Nash Healey (en la foto superior) y hasta encargó sus diseños a Pininfarina.
Pero su futuro como constructor independiente se tornó incierto, y en 1954 se asoció con Hudson para fundar al “cuarto grande” de Detroit: American Motors Corporation (AMC).
Volviendo a PANAL…
En medio de esta coyuntura, se desarrollaba la feliz idea de armar carros en Colombia, y se constituyó PANAL, en la que también participaría la entonces desconocida Toyota de Japón. Tal como lo reza el anuncio, las operaciones administrativas se realizarían en la carrera 13 con calle 25 de Bogotá, pero la fábrica se levantaría en el vecino municipio de Soacha.
El anuncio era visualmente sencillo y sobrio, lo que derivó en un mensaje contundente y claro. Una banda vertical gris con dos columnas de ancho a la derecha, dirigía la vista del observador. A la izquierda, los textos y símbolos de AMC y Nash, con el primero centrado arriba, dominaban el espacio en blanco.
Los titulares, que correspondían a las razones sociales implicadas en el proyecto, con fuentes esbeltas y sólidas a la vez (a excepción de la palabra “Anuncia”), van en manuscrita inclinada para enfatizar la intención del anuncio en una forma más emotiva. Los textos, en fuente de palo seco, describen el acuerdo conjunto y la intención de iniciar actividades en ese mismo año.
Nash Rambler: el auto escogido
A la derecha, los modelos propuestos. El Nash Rambler 1956, modelo más sencillo de la marca en ese momento, en versiones sedán y Station Wagon.
En realidad, ya se ofrecía en Estados Unidos solo como Rambler, dispuesto como un auto realmente compacto frente al estándar de Ford, Chevrolet y similares. Así, se definía mejor este nuevo segmento para competir de frente con los importados europeos.
De líneas controversiales y estructura monocasco, el Rambler contaba con motor Thyphoon de 6 cilindros en línea y 3.2 litros con válvulas a la cabeza, capaz de dar hasta 120 hp. No era el único producto de la AMC. Era la versión de entrada del nuevo grupo, por debajo del intermedio Statesman y el superior Ambassador, lo que lleva a pensar que sería el modelo escogido para el mercado colombiano.
Una curiosidad adicional a la línea Nash, ya como parte de AMC: su publicidad en televisión recurrió a la animación de Walt Disney para promocionarse en Estados Unidos.
Emblema propio
Algo sorprendente. Hay un tercer emblema ubicado justamente en la esquina inferior derecha del anuncio: dos ruedas dentadas, una sobre otra, contienen los mapas de Estados Unidos arriba y de Colombia abajo, con los dientes de la rueda superior reemplazados por la sigla PANAL.
Esto sugiere que la empresa cuenta con una imagen corporativa muy clara desde el comienzo, lo que fue raro en la historia del ensamblaje nacional de autos.
Lo que se igualó a ello, posteriormente, fueron las dos versiones de Colmotores en tiempos de Chrysler y de su paso a GM, y la de C.C.A. estrenada cuando dejó de llamarse Leonidas Lara e Hijos en 1973. Renault-Sofasa nunca tuvo un emblema propio, siendo este por siempre el rombo de Renault.
Todo se derrumbó
Tristemente, el proyecto PANAL acabó en forma prematura. La inconsistencia de un gobierno política y socialmente inestable repercutió en la economía y el mismo Estado fue objeto de demandas. Pese a que había una planta en construcción, en la que también se armaría el Toyota Land Cruiser FJ25, la desestimulada sociedad se disolvió.
Otra curiosidad adicional que explica dicha crisis, reposa en el hecho de que este anuncio se haya localizado en un periódico regional como El Colombiano y no en los tradicionales El Tiempo o El Espectador, clausurados por la dictadura pero con reemplazos de protesta como Intermedio y El Independiente.
En Estados Unidos las cosas no eran mejores. En 1957, AMC canceló para siempre a sus dos marcas fundadoras para resucitar el nombre Rambler, que duró por años.
Como paradoja del destino, AMC tendría peculiares coincidencias con lo que fue el ensamble de carros en Colombia a futuro: Toyota si tuvo oportunidad con Sofasa en 1992, y AMC adquiría a Jeep en 1970 cuando tenía nueve años de ser producto nacional; pero su vida empresarial no resistió a la competencia de las “tres grandes” y debió asociarse a Renault a comienzos de los ’80, vendiéndola esta a Chrysler en 1987. Ambos nombres, harto ligados a la industria automotriz colombiana.
En medio de estos What if…?” (¿Qué hubiera pasado si…? según los norteamericanos), queda el testimonio de este anuncio a página completa sobre lo que no fue en ese momento, pero que si fue posible recrear ya en tiempos del Frente Nacional.
Vea más de la serie PUBLICRÓNICAS, aquí.
CRÉDITOS:
- Textos e investigación: Camilo Ernesto Hernández Rincón.
- Agradecimiento especial: Juan Guillermo Correa Naranjo.
- Edición de texto, reconstrucción digital de imágenes y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.
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