Dos anuncios confirmaron en julio de 1961 la partida de nacimiento del ensamble automotor colombiano con el Jeep CJ-5.
Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.
Aunque su aspecto ya había llegado a la versión militar de 1953, fue hasta dos años más tarde cuando este vehículo se conoció como Willys Jeep CJ-5 (Civil Jeep). Podía identificarse por su capó y guardabarros más redondeados y refinados, adoptando finalmente el nombre “Jeep” troquelado sobre los laterales y compuerta trasera.
Ese diseño identificaría de una vez por todas al gran fundador de los camperos en todo el mundo, durante más de tres décadas: desde el elemental carro de trabajo, hasta los recreativos como el “Renegade”. Desde la lenta desaparición de Willys Overland, hasta su transición a American Motors.
A mediados de los años ochenta, aparece la carrocería de luces cuadradas y formas más rectas, cuando la sofisticación y la moda se tomaron a la marca norteamericana. Al tiempo, el concepto de vehículo todoterreno se había convertido en un estilo de vida.
Jeep CJ-5: el pionero
La picaresca rural de Antioquia y el Viejo Caldas lo habían apodado “oreja de perro”. Claro está, lo importó la firma Leonidas Lara e Hijos a finales de los años ’50. Pero su valor intrínseco, así como de su publicidad, radica en el cambio histórico que traía: estos anuncios dan por hecho el nacimiento de la industria ensambladora de automóviles en Colombia.
Antes habían aparecido referencias publicitarias a proyectos frente al armado de autos en el país. Por un lado, el abortado proyecto PANAL que pretendía ensamblar autos Nash de American Motors, había alcanzado a pautar en febrero de 1956. Y entre tanto, Colmotores anunciaba desde noviembre de 1960 los modelos que produciría desde febrero de 1962.
Mientras eso ocurría, la organización de la familia Lara se le adelantó un semestre al obtener la licencia de Willys Overland de Toledo (Ohio) para ensamblar el Jeep CJ-5 en sus instalaciones de la calle 13, en Bogotá.
Fue el 16 de julio de 1961 cuando se fija oficialmente el ensamblaje del primer vehículo automotor en suelo colombiano, dentro de un marco legal y regular. Así se había planteado desde los tiempos del régimen militar y se ratificó por decreto en la administración del presidente Alberto Lleras Camargo.
Es importante delimitarlo así, pues antes hubo intentos aislados y sin continuidad: desde el armado parcial de vehículos en puertos marítimos, como el de Cartagena con los Ford T de 1917, hasta los Studebaker de los hermanos Dugand de Barranquilla, o los Austin de Pedro Olarte en Medellín, ambos en 1951.
A partir de los Jeep CJ-5 de Leonidas Lara e Hijos, y luego los Austin de Colmotores, ya se puede hablar de un proceso empresarial de esta actividad. Así se ha desarrollado en forma organizada y regular, hasta el presente.
Anuncio oficial
Para nuestro tema, este gran paso se anunció en la prensa a página completa. Para tal fin, apareció una fotografía en silueta del semiperfil de un Jeep CJ-5 carpado, junto al logotipo del fabricante Willys Overland, encabezando el anuncio.
El lado izquierdo corresponde al texto que destaca a la empresa, la marca y la firma ensambladora que, al final del aviso, confirma su papel como distribuidor. Al lado derecho, aspectos de la producción, de los vehículos y la fachada de la planta, que años más tarde fue la Compañía Colombiana Automotriz, de donde salieron los Fiat y Mazda nacionales.
En medio de todo, se lee claramente la satisfacción de confirmar la producción del Jeep Willys en Bogotá, beneficiada con todo el aval y las licencias norteamericanas, y como aporte al desarrollo de la industria local.
Otro hecho a resaltar es su precio de $19.600, un 22% menor al de cualquier otro auto importado, convirtiéndose en el carro más barato del mercado. Este valor correspondía a 99 salarios mínimos legales vigentes de la época, lo que haría pensar en cerca de unos $100 millones de pesos actuales.
Un segundo anuncio apareció meses después, en medio de constantes anuncios de Colmotores que abonaban el terreno a sus productos Austin. Esta vez, un mapa de Colombia cubierto por varios Jeep refuerza el hecho de ser la primera planta del país en producirlos.
Se habla de integración de partes nacionales, economizando divisas extranjeras y poniéndose al alcance de todas las clases económicas.
Se reiteran muchos elementos del aviso inicial como el precio, y un eslogan definitorio: “Solo es Jeep si es Willys”. Sin más publicidad de esa dimensión, solo sale tímidamente y por momentos, el del concesionario Arango Medina (Armel) de Bogotá que permitía adquirirlos con una cuota inicial de $7.850.
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Un largo recorrido
Con estos antecedentes publicitarios se fija el inicio del ensamble nacional, reforzado en ediciones siguientes de la prensa nacional con el advenimiento de Colmotores, Auteco con motos Lambretta y los motocarros ISO y Roa. Al catálogo de Leonidas Lara se agregarían los camiones International Harvester y los Peugeot 404, importados en 1962 y ensamblados desde 1966.
Por su parte, la oferta Jeep se reforzó con otros modelos como las camionetas Station Wagon, Gladiator, Wagoneer y el Jeepster Commando. El CJ-5, junto con el CJ-6 y luego el CJ-7, compartieron naves de armado con los vehículos Fiat de la transición a Compañía Colombiana Automotriz, a inicios de los años setenta.
El tradicional Jeep nacional duró en producción hasta 1977, marcando así su papel incuestionable de pionero colombiano. Y en todos los sentidos.
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Textos e investigación: Camilo Ernesto Hernández Rincón.
Edición de texto, reconstrucción digital de imágenes, y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.
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