Volvo Cars está considerando suspender la exportación de sus modelos eléctricos EX30 y EX90 desde China hacia Europa, en respuesta a posibles nuevos aranceles impuestos por la Unión Europea.
Volvo Cars ha iniciado el traslado de la producción de sus carros eléctricos EX30 y EX90 de China a Europa, anticipándose a la posible imposición de aranceles por parte de la Unión Europea sobre vehículos con subsidios gubernamentales.
Esta medida estratégica busca mitigar los efectos de posibles tarifas que podrían afectar severamente la competitividad de sus modelos en el mercado europeo. En tal sentido, el traslado de la fabricación de los modelos EX30 y EX90 a Bélgica tiene como objetivo evitar la suspensión de las exportaciones hacia Europa.
Así las cosas, la empresa, que pertenece mayoritariamente al grupo chino Zhejiang Geely Holding Group, está considerando esta medida si la UE decide introducir los aranceles mencionados. Este movimiento no solo protegería las exportaciones de Volvo, también aseguraría la continuidad del suministro de sus unidades más populares en el ‘Viejo Continente’.
Investigación de subsidios
La decisión de Volvo se da en un contexto en el que la Comisión Europea está por tomar una decisión preliminar tras una investigación de ocho meses sobre los subsidios de Beijing a los vehículos eléctricos fabricados por empresas chinas.
El organismo regulador, encargado de la política comercial del bloque de 27 miembros, podría imponer tarifas antisubsidios nueve meses después de iniciar la pesquisa. “La entrada masiva de autos eléctricos chinos a precios artificialmente bajos, gracias a enormes subsidios estatales, está distorsionando nuestro mercado”, declaró Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en octubre pasado.
La anterior declaración destaca la preocupación de la UE por la competencia desleal que representan los automotores eléctricos chinos en el mercado europeo. Sin embargo, no todos los fabricantes de automóviles europeos están a favor de estos impuestos.
Por ejemplo, Carlos Tavares, CEO de Stellantis, ha pedido a la Comisión que se abstenga de imponerlos, argumentando que podrían incrementar la inflación y afectar las ventas en toda Europa, calificándolos como una “trampa”. Así mismo, describió el mercado automotriz como “darwiniano”, sugiriendo que los aranceles protegerían a las empresas europeas de la competencia global, lo que podría ser contraproducente a largo plazo.
La respuesta de China
Hay que decir que si la UE decide imponer estos tributos a los vehículos eléctricos chinos, seguiría el ejemplo de Estados Unidos, que planea cuadriplicar los aranceles sobre las importaciones de automotores eléctricos desde China a finales de este verano.
Además, la administración Biden está aumentando los impuestos sobre semiconductores, baterías de iones de litio, células solares y algunos productos de acero y aluminio. Entre tanto, el Ministerio de Comercio de China ha advertido que estos gravámenes “afectarán seriamente la cooperación bilateral” y ha amenazado con “tomar medidas decididas para defender sus derechos e intereses”.
De igual manera, un grupo empresarial afiliado indicó que se podrían aumentar los aranceles hasta un 25% sobre los autos importados. Para puntualizar, la decisión de Volvo de trasladar la producción de sus carros eléctricos a Europa refleja una adaptación estratégica en un entorno regulatorio globalmente complejo.
Si bien los aranceles podrían proteger temporalmente a los fabricantes europeos de la competencia china, también podrían desencadenar represalias comerciales y aumentar los costos para los consumidores.