La revolución técnica y estética que impuso el Mitsubishi Montero, frente al campero tradicional, se apoyó en una publicidad brillante creada en Colombia.
PUBLICRÓNICA No. 105.
Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.
En el mismo año de su estreno mundial, 1982, Colombia recibió al Mitsubishi Montero del que antes escribimos sus antecedentes. Quizá para agregar algo más, en esos tiempos de la «Apertura Turbay», la marca japonesa de los tres diamantes tenía publicidad constante con toda la robustez de su portafolio: Colt, Galant, Sapporo, Lancer con su versión Turbo 2000 y la pick-up L200.
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Era la oportunidad de pautar en la nóvel revista Motor del periódico El Tiempo, y el importador Motorysa supo hacerlo comprando espacios clave como las contraportadas internas. Misma estrategia usaron sus coetáneos japoneses, Daihatsu o Suzuki, en la naciente publicación.
Hasta entonces, Mitsubishi se reconocía medianamente como marca en Colombia por otros productos. Sus radios venían desde Panamá, y sus ascensores equipaban varios edificios en el país.
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Aisladamente se recuerdan aquellos emblemáticos Jeep CJ-2B de 1961 fabricados por Mitsubishi, aún objeto de próximas investigaciones. Incluso, en aquel tiempo, Casa Durán, responsable de Land Rover en Colombia, importó tractores Mitsubishi.
Mitsubishi Montero: así fue su lanzamiento en Colombia
Retornando al caso del Mitsubishi Montero, su estreno publicitario nacional es digno de un recuento especial. Concidió con varios factores, y el principal, es ser un auto totalmente nuevo a nivel mundial. No fue un hecho menor, pues Colombia bien puede ser un espejo para el impacto mundial que tuvo este campero japonés.
Con excepción del entonces nuevo Nissan Patrol Samurai, y descartando al Range Rover o los Jeep Cherokee o Wagoneer de lujo, toda la oferta de camperos había quedado en la apariencia primaria que copiaba al Jeep desde los años cincuenta, transmitiendo rusticidad campesina o militar.
Pero el Montero era un concepto diferente. Más robusto, moderno y con componentes exclusivos pero funcionales como el inclinómetro de norma. Tales virtudes se demostraron con creces en la publicidad de Motor, cuya edición del 25 de septiembre de 1982 lo sometió a análisis periodístico.
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Una curiosidad común radica en la mención de marca, antecedida de la mención del modelo (Mitsubishi Montero) como ha sido la norma, diferente a su relanzamiento como producto nacional, siete años después, cuando se invirtieron ambos términos (Montero Mitsubishi). Y no es lo único que se lee y se percibe.
Un nuevo concepto
Según la breve evolución de los anuncios, Motorysa sabía lo que tenía entre manos al poner un primer anuncio con una atractiva foto de catálogo en contrapicado de perfil, sorteando una duna de arena. Allí, un texto amplio recalcaba que todos los camperos habían cumplido con su misión «finquera» y ya era hora de un concepto diferente.
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El titular que reza «Montero, el único», también es astuto en su estética. Una ancha fuente Helvética Bold permite involucrar color por su volumen, así como un elemento decorativo propio del diseño automotor de los ochenta: líneas adhesivas laterales. Tal recurso, se repetiría en otro aviso.
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En este segundo aviso (en realidad el tercero en orden cronológico), ya encaraba el éxito potencial del vehículo. Usando ilustraciones en aerógrafo de catálogos originales japoneses, dos bloques de texto sobre el auto insinúan un cruce de mensajes vía télex entre Motorysa, en Bogotá, y Mitsubishi, en Tokio.
Los primeros manifiestan éxito absoluto del Montero en Colombia, con muchas ventas y aceptación total de usuarios «IN» (término usado en los años ochenta para referirse a quienes estaban a la moda). Por su parte, los japoneses ordenan seguir divulgando al Montero, con nuevos colores e insuficientes barcos para enviarlos. Esta respuesta finaliza con un escueto «Sayonara», mientras los colombianos dicen un elemental «Gracias».
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Un cuarto aviso, que devela su origen japonés por la posición de los espejos retrovisores, lo muestra saltando sobre un río con el titular «El rally de camperos París-Dakar no lo ganó ningún campero. Lo ganó Montero». También va la frase «Trochero en la trocha. Ciudadano en París. ‘Camellador’ en Dakar», usada en anuncios previos.
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El decorativo titular del primer anuncio evolucionó a un eslogan más discreto: «Único en su categoría».
Otra categoría
Los anuncios que siguieron ya incluían fotografías tomadas en Colombia. La óptima calidad de estas, la vegetación de fondo y la ausencia de placa con la marca Mitsubishi, demuestra el origen de las imágenes. Ahora, los titulares continúan con la palabra «categoría» para señalar que el Montero impone nuevas virtudes.
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Hay un primer anuncio de esa campaña que se extiende en explicaciones, y muestra una foto en detalle de su exclusivo inclinómetro en el tablero. Las siguientes, prescinden de textos y solo muestran el vehículo con las frases «La nueva categoría en Diseño» y «La nueva categoría en Potencia». Logos de marca y distribuidor, con sus datos, cierran la pieza.
Las dos grandes conclusiones de esta Publicrónica recaen en la astucia de una seria estategia publicitaria. Ningún aviso fue producto del azar, sino de una labor inteligente y profesional. Además, el éxito del Mitsubishi Montero en Colombia fue rotundo, abarcando incluso la dotación de unidades en amarillo para la Policía Vial del entonces Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT).
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Tal suceso le aseguró su ingreso incluso en tiempos de importaciones cerradas, y ser armado desde 1989 por la Compañía Colombiana Automotriz (C.C.A.) bajo la figura de maquila. Fue entonces cuando apareció su célebre campaña del «Salvaje / Civilizado» que antes analizamos en este espacio.
Vea más de la serie PUBLICRÓNICAS, aquí.
CRÉDITOS:
- Textos e investigación: Camilo Ernesto Hernández Rincón.
- Imágenes: Archivo EL CARRO COLOMBIANO, Camilo Ernesto Hernández.
- Edición de texto, reconstrucción digital de imágenes y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.