La renovación del 1500 fue más allá de un motor más grande. Cambió de cara y nombre: Dodge Polara. Así lo anunció una campaña visual muy depurada.

PUBLICRÓNICA No. 43.
Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.

Para los colombianos, el Dodge Polara evoca la evolución que presentó en 1977 el Dodge 1500. Llevaba un frontal rediseñado con luces más grandes, direccionales laterales con indicadores externos a cada lado del capó, una banda negra atrás y relojes de fondo azul. Pero muy especialmente, un nuevo motor de 1.8 litros que haría obsoleta la vieja denominación.

El modelo previo, y el que nos oscupa, aún se confunden en la memoria colectiva. Los cambios provenían del original británico Hillman Avenger y se implementaron en sus extrapolaciones europeas, Sumbeam y Chrysler. Pero lo cierto del caso, es que el nombre «Polara» se había usado en el pasado para identificar modelos completamente diferentes de la misma marca. 

Por ejemplo, el gran sedán estadounidense vigente entre 1960 y 1972, o el argentino basado en la cuarta generación del Dart norteamericano. Precisamente, de Argentina venía el CKD para armarlo en Colombia mientras el nombre «Polara» venía de Brasil, donde se fabricó en versión dos puertas. Paradójicamente, Argentina lo siguió vendiendo como 1500, con todo y el aumento de cilindrada.

Dodge Polara Colombia 1977

Dodge Polara Colombia 1977

Dodge Polara en Colombia: competencia fuerte

El gran competidor nacional del 1500, el Renault 12, también había cambiado de aspecto en 1976. Su éxito aumentaba, mientras que el Dodge no gozaba de igual acogida. La preferencia por la tracción delantera y el prestigio la marca francesa iban más allá de los colores de moda, el desempeño deportivo o las acrobacias al volante de Joie Chitwood en el Autódromo Mejía.

Más bien, había quejas por una carburación Stromberg inadecuada y complicaciones propias del origen británico. Por tal motivo, retomando términos actuales, fue necesario «reinventar» al 1500 con un lavado de cara que Colombia presenció en un mes de eclipse solar: octubre de 1977.

Y qué mejor que anuncios de revista impresos a doble página o página completa, en fondo azul oscuro degradado y con un frente imponente, que lo ocupaba de lado a lado. La fotografía era dramática: el capó lucía alargado y brillante, y solo el parabrisas permitía deducir al viejo modelo actualizado. El eslogan adelantaba la reacción del mercado en el pasado: «Su deseo cumplido».

Dodge Polara Colombia 1977

En prensa se usaron otros ángulos, más tendientes al semiperfil, conservando la agresividad visual conseguida con lentes especiales.

En ese caso, sobre fondo blanco y con otros encabezados: «El automóvil del 77, en adelante» o «Elegante desde cualquier punto de vista». Además, con sutiles ajustes al cuerpo de texto que enfatizaban en las mismas motivaciones de compra.

Tal dramatismo deliberado también se trasladó al comercial de televisión, aún en blanco y negro. En pocos segundos, lo mostraba sobre un fondo infinito en blanco con pocas tomas adicionales en primeros planos, entre ellas mostrando el emblema del motor 1.8 y la vista trasera de la nueva banda oscura, con las cinco letras de la marca a todo lo ancho.

El logo «Pentastar» de Chrysler Colmotores cerraba el audiovisual, así como en los anuncios impresos ubicado en puntos estratégicos de los mismos. Por ejemplo, para las revistas, en la placa delantera del vehículo.

Dodge Polara Wagon Colombia

A tiempo

El Dodge Polara colombiano llegó en un momento ideal. La evolución que traía consigo se percibía como una respuesta a las posibles falencias registradas en cuatro años y a los cambios en el R12, incluso en el Polski Fiat 125P. El texto resaltaba la potencia de su nuevo motor, su elegancia y un precio anunciado como «grata sorpresa» para el comprador

Aparte de las suspicacias por un eventual «arreglo de fallos», lo cierto es que la publicidad era algo más conservadora que la original, concebida en el color y la alegría de los años setenta.

El Polara debía percibirse como un carro sobrio y discreto, libre de ruido visual. Al punto que, al menos en sus anuncios, carecía de paisajes o intervención humana. Incluso, su gama de colores se limitó a tonos fríos.

Por su parte, la versión Station Wagon también tuvo una campaña específica, con algo más de libertad. Las mismas virtudes del sedán se anunciaban bajo el eslogan «para familias de mucho gusto», pero la camioneta si gozaba de un fondo. Más específicamente, la hoy degradada represa del Muña, cerca al Salto del Tequendama.

Dodge Polara Colombia 1977

Polara musical

El lanzamiento del Dodge Polara en Colombia contó con música publicitaria compuesta por Alberto García, objeto de un disco en vinilo de 45 rpm que se regaló en concesionarios. Lo que ponían sus compradores en el tocadiscos, era la misma música de los comerciales con algunas variaciones de ritmo en una misma banda.

La pista del lado «A» era exactamente la escuchada en televisión a violín, voz femenina a «bocca chuisa» (canto a boca cerrada) y silbido. Esta primera parte silbada recordaba la publicidad argentina del 1500, desde su primera etapa de lanzamiento. Dicha canción pasó por variaciones que cubrieron la Bossa Nova y el Jazz. Al pasar al lado «B», solo se interpreta a saxofón.

La carátula y la contracarátula tienen una misma ilustración de músico, un rostro femenino y claro está, el vehículo tal y como se había visto antes en la publicidad impresa.

Además, el Dodge Polara tuvo una promoción adicional. Fue premio del tradicional programa concurso de televisión «Concéntrese» de Producciones JES, y también pasó por acrobacias de autódromo.

Dodge Polara Colombia 1977

Corta vida

A pesar de todo lo expuesto, la presencia del Dodge Polara en el mercado colombiano solo cubrió el segundo semestre de 1977 y el inicial del año siguiente, pues en pleno mundial de fútbol de Argentina tomó su lugar el más moderno y estilizado Dodge Alpine. Salieron muy pocos ejemplares de la planta de Colmotores, incluyendo al taxi que mantuvo la estética original del 1500.

Como colofón, el Polara desapareció en Colombia poco antes de la crisis que obligó a Chrysler a vender sus plantas mundiales. A su sucesor le tocó el ingrato destino del fracaso, agravado por el cambio a Chevrolet. Por si fuera poco, su baja producción le restó atractivo en el mercado del usado durante los años ochenta.

Algunos de estos autos están en proceso de recuperación por cuenta de aficionados como el «Club Tragacaminos 1500-Polara». Y en todo caso, resulta insólito saber que la Argentina, de la que recibimos su material de ensamble, lo conservó en circunstancias diferentes hasta 1990. Incluso con marca Volkswagen, que compró los activos de Chrysler Fevre Argentina, una década antes.

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CRÉDITOS

  • Textos e investigación: Camilo Ernesto Hernández Rincón.
  • Agradecimientos especiales: Jorge Enrique Tunjano, Wilson Aguirre.
  • Edición de texto, reconstrucción digital de imágenes y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.