En los años noventa, el Renault Safrane Biturbo marcó el nivel más alto que los franceses han dado al mercado. Con hasta 268 hp, buscaba enfrentar a los M5 y 500 E de su época.
Dentro del imaginario colectivo, Renault generalmente se relaciona con carros de corte popular, asequibles y sencillos. Por eso, no es tan común que se hable de sus modelos de más alto nivel, que han surgido como alternativa para las categorías Premium y que, en muchas ocasiones, han sido más anecdóticos que exitosos. Uno de ellos, que además vino a Colombia, fue el Renault Safrane.
Esta berlina tipo liftback, que estuvo vigente entre 1992 y 2000, destacaba por sus líneas fluidas y señoriales que hace tres décadas inauguraban un novedoso estilo de diseño en Renault. Tuvo gran cantidad de versiones, pero la más llamativa y escasa pretendía apuntar directamente contra iconos deportivos Premium de su época, como los BMW M5 y Mercedes-Benz 500 E.
Se trata del Renault Safrane Biturbo, una variante sumamente arriesgada que en su momento resaltó por sus restaciones y altísimo nivel de lujo, pensada desde un principio para que triunfara en el mercado alemán, cuna de las berlinas de lujo, y desde allí se catapultara a toda Europa. Sin embargo, sus virtudes no fueron suficientes para que alcanzara el éxito.
Renault Safrane Biturbo: un francés de corazón alemán
En los años noventa, las fábricas de vehículos no contaban con la flexibilidad necesaria para abarcar tantas variantes ni opciones dentro de la producción. Por eso, para dar vida al Renault Safrane Biturbo y enfrentar a BMW, Mercedes-Benz y Audi de la manera más directa posible, Renault decidió apoyarse en los preparadores Hartge e Irmscher, quienes darían el toque alemán al vehículo.
Cada uno de ellos se ocupó de un aspecto diferente del carro. Hartge se encargó de la parte mecánica, tomando al propulsor V6 PRV de 3.0 litros que llevaba el Safrane V6 Quadra de producción corriente, pero añadiéndole dos turbos KKK 0,4 colocados en serie, capaces de soplar a 0,5 bares de presión.
El preparador quería alcanzar 300 hp pero, ante la duda de qué tan capaz sería la caja manual de 5 velocidades de soportar tal nivel de potencia, finalmente quedó en 268 hp a 5.500 rpm y 365 Nm de torque a las 2.500 rpm. Así, podía acelerar de 0 a 100 km/h en 7,2 segundos. Todo esto parecía poco ante un M5 E34 de esa época, que hacía 347 hp y el 0 a 100 km/h en 5,9 segundos… pero no eran cifras despreciables.
Alma deportiva, equipamiento de alto lujo
Por su parte, el trabajo de Irmscher estuvo relacionado con la estética del carro, dándole un aspecto levemente más deportivo. Fue así como el Renault Safrane Biturbo adoptó bumpers más aerodinámicos con luces exploradoras redondeadas, un sutil alerón trasero, rines específicos de 17 pulgadas, un tubo de escape más vistoso y difusor trasero, para diferenciarse del Safrane estándar.
Revelado en el Salón de Ginebra de 1993 pero puesto en vitrinas en 1994, se obtenía en dos niveles de acabado: RXE y Baccara, siendo este último el más exclusivo y lujoso. En la dotación había climatización electrónica bizona, equipo de sonido digital con ecualizador, espejos retrovisores electrocrómicos, tapicería en cuero de alta calidad para tablero, puertas y asientos, y asientos de regulación eléctrica.
También hay que hablar del equipo técnico, como complemento al motor Biturbo, que incluía varios elementos interesantes. Entre ellos una suspensión neumática adaptativa, frenos ABS, dirección asistida de desmultiplicación variable y un diferencial de acoplamiento viscoso, que podía transmitir el torque hasta en un 90% al eje posterior. Porque sí, era de tracción integral.
Algo falló
El Renault Safrane Biturbo tuvo las mejores calificaciones por parte de la prensa especializada, superando las expectativas en prestaciones y desempeño aunque sin llegar al nivel de sus rivales alemanes. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba el fabricante.
Apenas 806 unidades se vendieron de este auto durante dos años que se mantuvo a la venta, entre 1994 y 1996. Tal resultado se debió a un precio demasaido alto, que sí estaba a la par del BMW M5, a pesar de sus prestaciones inferiores. En España la tarifa se ubicaba en 10.950.000 pesetas, que al cambio son hoy unos 137.000 euros o 600 millones de pesos colombianos.
Otros factores incidieron, como su estética demasiado discreta, la inexistencia de una versión automática y, claro, el hecho de que Renault no fuera propiamente una marca Premium. Por eso, al actualizarse el Safrane en 1996, esta versión Biturbo pasó a la historia y quedó en el recuerdo de los petrolheads.
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Óscar Julián Restrepo Mantilla.