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Kaiser y Frazer fueron marcas fugaces, pero adelantadas a su tiempo. Llegaron a Colombia, aportando la línea que hoy reconocemos como estándar del automóvil.
PUBLICRÓNICA No. 88.
Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.
Los nombres de Henry J. Kaiser y Joseph W. Frazer no son muy conocidos para el público. De ellos, el primero bien pudo ser uno de los “barones de la industria” por el tamaño de sus actividades.
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Henry Kaiser inició labores como contratista constructor de carreteras hace un siglo, participando incluso en la construcción de la represa Hoover en los años 1930. Luego, fabricó barcos en una producción en masa que fue fundamental en la Segunda Guerra Mundial. Superada esta etapa, creó su propia marca de autos al lado de Frazer.
Por su parte, Joseph Frazer fue uno de los más brillantes ejecutivos del sector automotor. Pasó por varias firmas como Packard, trabajó con Walter P. Chrysler y sugirió el nombre Plymouth para su marca económica. Luego dirigió Willys Overland cuando se creó el Jeep, y finalmente fue presidente de Graham-Paige, decidiendo junto a Kaiser la creación de un nuevo modelo que llevaría su apellido.
El resultado fue un par de nuevos modelos, presentados a mediados de 1946 para el año siguiente, con los apellidos de ambos y diferenciados entre sí por emblemas y características especiales. Fueron los Kaiser Special y Frazer Standard, también conocidos como Kaiser-Frazer.
Kaiser y Frazer, pioneros en los carros de tipo sedán
Algo hizo de estos autos algo especial y casi único: el maletero o baúl independiente, característica compartida entre sí con el Studebaker de 1947. Así, Kaiser-Frazer también ponía el segundo vehículo de la historia de concepción moderna con tres volúmenes, que no sería un estándar sino hasta 1949. Su diseño fue obra de otro nombre famoso en Estados Unidos: Howard “Dutch” Darrin.
Una de tantas creencias que los colombianos hemos desarrollado por años, reza que al país llegan los carros con varios años de retraso encima (¿por qué Renault razón será?). En este caso, los dos anuncios que aparecieron desde el 7 de julio de 1946 en el semanario Domingo de Medellín, demuestran lo contrario. Su estreno nacional ocurrió casi a la par que en Estados Unidos.
Ambos avisos son iguales en diseño, con la diferencia del tamaño de pauta y la supresión del texto en uno de ellos. El primero salió a página completa en formato tabloide, claro ejemplo de un lanzamiento. Mientras que el segundo, publicado varias semanas después, refleja una etapa de sostenimiento al ocupar un cuarto de página.
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Aunque es claro que se presentan dos modelos inéditos bajo una marca desconocida, este hecho de no deja de ser una campaña expectativa. El muy visible 1947 que allí aparece lo confirma, y se refuerza con el texto que anuncia ventas a partir de los primeros días de ese año.
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El anuncio es impactante y sobrio a la vez, lo que rompía con la norma que entonces regía la publicidad automotriz con textos abundantes, titulares extensos e ilustraciones con paisajes y gente sonriente. Kaiser y Frazer permiten respirar al observador con bastante espacio en blanco dentro del anuncio.
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Dada la novedad de estas marcas, lo importante era presentar al producto sin interferencias ni complementos, aunque también jugaban un poco a la expectativa al ocultar parte de los carros tras sus escudos de marca.
El Kaiser protagoniza la escena arriba en una ilustración de semiperfil a contrapicado, y se puede distinguir que es una ilustración a acuarela o a témpera. Por su parte, el Frazer solo está de frente algo más desvanecido. Esto indica la categoría de cada modelo, además de su ubicación, uno sobre otro.
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Lo más atrevido es el mensaje y en ello contribuye su escritura, cuando la composición tipográfica aún era obra de calígrafos empíricos, pero con impecable sentido estético. Los titulares que rezan “El nuevo y asombroso Kaiser” y “El sensacional Frazer”, son todo un testimonio. Textos más pequeños indican que son productos de las empresas Kaiser-Fraser y Graham-Paige, que luego desaparecería.
Otra constante es la reconocida firma en ese momento del diseñador Darrin, así como la mención a la unión de ambos nombres y su producción en la fábrica de Willow Run, Michigan, famosa por la producción de aviones para la guerra. Finaliza el anuncio con el distribuidor para Medellín y Cali, Mora Hermanos.
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No es el único anuncio de Kaiser-Frazer que vieron los colombianos. Se sabe que otro distribuidor para Bogotá y el centro del país de apellido Faccini, también los representaba. Y. por si fuera poco, la revista Selecciones del Reader´s Digest también los presentaba para América Latina en general, pero en colores y algo más de estridencia.
Todo quedó ahí
Pese a semejante novedad cuando iniciaba una era de paz mundial, el Kaiser-Frazer no alcanzó el éxito. Debieron enfrentar a los “Tres Grandes de Detroit” que, a la larga, extinguirían a los fabricantes independientes.
Frazer se retiró poco después por el lento despegue en ventas, mientras que Kaiser continuó y reemplazó este modelo con el Manhattan, fabricado como Carabela en Argentina entre 1958 y 1961 en la planta de IKA en Santa Isabel, luego en poder de Renault.
Antes de que este auto saliera del mercado norteamericano, en 1955, Henry Kaiser compró a Willys y tuvo los derechos de Jeep por años. Presentó al compacto Henry J, vendido como Allstate en los almacenes Sears y el Kaiser Darrin deportivo de 1954, con carrocería en fibra de vidrio como el Corvette. Más adelante se retiró del negocio automotor, diversificando sus emprendimientos industriales y financieros hasta su muerte, en 1967.
En nuestro país hay muy pocos sobrevivientes del Kaiser-Frazer. Se sabe que sirvieron como taxis y al menos uno rodó en Medellín hace ya veinte años, en los desfiles de la Feria de las Flores de 2003 y 2004.
CRÉDITOS:
- Textos e investigación: Camilo Ernesto Hernández Rincón.
- Edición de texto, reconstrucción digital de imágenes y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.
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