Nuevos estudios indican más detalladamente cómo fluye el aire al interior de un vehículo, y cómo incide esto en la carga viral y el riesgo de contagio de COVID-19. Abrir las ventanas es fundamental, pero no de cualquier manera.
En medio del bombardeo de información relacionada con el COVID-19, y la preocupación que la pandemia sigue generando en toda la población, el mundo sigue en la búsqueda de soluciones al respecto. Múltiples medidas restrictivas, toques de queda, cuarentenas y los inevitables protocolos de bioseguridad ya son parte de nuestra vida cotidiana. O de la «nueva realidad».
Por eso, todos los días aparecen nuevos estudios frente a medidas que permitan reforzar la protección. En esta ocasión, la Universidad de Massachusetts Amherst y la Universidad de Brown analizaron el flujo de aire en la cabina de un vehículo, y su relación con el riesgo de contagio de sus ocupantes.
El estudio, realizado a finales del año pasado, involucró un recorrido simulado de 15 minutos en un taxi o un vehículo de aplicación. El conductor va ubicado en su posición habitual, adelante a la izquierda, y el pasajero va sentado en el asiento trasero a la derecha.
Aire libre
Se estudiaron todos los flujos posibles de aire, cambiando la cantidad y posición de las ventanas abiertas durante el trayecto. La conclusión inicial es que, con los vidrios arriba, la carga viral aumenta considerablemente y puede durar en el ambiente hasta por tres horas. Por eso, la mejor la manera de evitar el contagio es, simplemente, abrir todas las ventanas.
Algunos pueden decir que es una solución obvia, pero mucha gente la pasa por alto y esta investigación avala esa práctica a nivel científico. Y es que, abriendo todas las ventanas, los virus salen más fácilmente de la cabina que si se abrieran solo una o dos ventanas.
Otra opción podría ser abrir tres ventanas y dejar cerrada la que corresponde al pasajero. Pero en cambio, no se recomienda tener abiertas las de conductor y pasajero dado que el flujo de aire generado es prácticamente igual al que se da cuando el carro está cerrado. Es decir, los virus se mantienen durante más tiempo en el interior.
Si fueran solo dos ventanas, lo ideal sería tener abiertas las que son contrarias a los pasajeros. Es decir, la delantera derecha y la trasera izquierda.
«Si bien estas medidas no sustituyen el uso de tapabocas mientras se está dentro de un automóvil, pueden ayudar a reducir la carga de patógenos dentro del espacio muy reducido de la cabina, señaló Varghese Mathai, físico de la Universidad de Massachusetts Amherst y autor de la investigación.
Ahora bien, muchos dirán que estamos en Colombia y que aquí llevar las ventanas abiertas es un riesgo que puede ser hasta peor que el propio COVID-19. Pues bien, nuestro mensaje es que cada quién debe saber muy bien en qué momento del camino abrir las ventanas, pues claramente al parar no será muy seguro hacerlo.
No olvidar
Por supuesto, no podemos olvidar las medidas básicas de autocuidado para frenar la expansión del COVID-19: uso permanente de tapabocas, llevar alcohol y gel antibacterial a bordo, desinfección de piezas y elementos del vehículo y tratar de no utilizar el aire acondicionado.
Y afuera del carro, un óptimo lavado de manos y el distanciamiento social, que son fundamentales en este difícil proceso que vive la humanidad actualmente y del cual, ojalá, salgamos muy pronto.
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Óscar Julián Restrepo Mantilla. Fuente: Universidad de Massachusetts Amherst.