El coronavirus golpea la economía mundial y Colombia ya siente los efectos. El precio del petróleo cae a mínimos históricos y, de profundizarse la crisis cambiaria, inevitablemente se afectará la venta de carros nuevos.
Resulta innegable que el coronavirus COVID-19 nos puede llevar a una recesión mundial. China, nación donde se originó la enfermedad, tiene a su industria trabajando a media marcha y el consumo de bienes cayó a la menos de la mitad de los resultados del año pasado. El sector más golpeado en la economía de ese país fue la industria del automóvil.
El nerviosismo se extendió rápidamente por todo el mundo. Los índices bursátiles llevan dos semanas en números rojos, mientras los inversionistas se refugian en activos seguros como el oro, el dólar, el yen y el euro, y sacan sus capitales de los países emergentes por alto riesgo.
Commodities como el petróleo redujeron su precio en dos meses, sumándose ahora la guerra de precios entre Arabia Saudita y Rusia, tras no acordar un recorte a la producción de 1.5 millones de barriles por día. Hoy se pagan 36 dólares por barril, luego de que en enero se cotizara a cerca de 70 dólares, una caída de 48% en ese lapso de tiempo.
Efectos en la economía colombiana
Este contexto mundial ya produjo los primeros estragos en la economía nacional. El pánico alrededor del coronavirus ocasionó que los capitales comenzaran a fugarse desde finales de febrero con más rapidez, llevando al peso colombiano a depreciarse en un 9,4% en lo corrido del 2020.
El petróleo equivale al 51% de las exportaciones totales de Colombia, y la guerra por los precios de la materia prima causó que en un solo día el dólar se trepara un 6,1%. Algo nunca visto. Ni siquiera en los peores días de la crisis asiática de 1997-1998, en los momentos del shock financiero mundial de 2008 o cuando se derrumbaron los precios del petróleo entre el 2014 y 2015.
A la fecha el peso ha caído en 16%, pero en caso de profundizarse la crisis del COVID-19, o el precio del petróleo se reduzca a niveles de 15 dólares o menos, podríamos presenciar una crisis cambiaria sin antecedentes. Se llegaría a una depreciación cercana al 40% en el transcurso del año.
¿Cómo golpearía al sector automotor?
Primero se afectará la confianza de los consumidores y empresas. Estas últimas podrían frenar la compra de flotas de vehículos comerciales hasta que se aclare el panorama. Es posible que la compra de carros nuevos se mantenga en números positivos hasta abril o mayo, pero bajo el concepto del costo de oportunidad y previendo un aumento en los precios.
Los precios de venta de los vehículos van rezagados frente al incremento de la tasa de cambio. Para el tercer trimestre del año se prevé un aumento de entre 5 y 12% según el origen de la importación, negociaciones entre casos matrices, sacrificios del margen de ganancia por unidad en los representantes y la adquisición de coberturas cambiarias.
Así mismo, la alta depreciación del peso llevaría a una inflación superior al 4% interanual, situación en la que el Banco de la República iniciará una política acelerada de alza en las tasas de interés. Se hará más restrictivo en un tiempo de seis meses adquirir un crédito automotor. Y en caso de una recesión, las tasas de interés caerían para reanimar el consumo interno.
Ganadores y perdedores
Sin duda, los mayores ganadores serían las ensambladoras asentadas en el país, Renault-Sofasa y GM Colmotores principalmente. Los precios de los vehículos nacionales no se ven tan afectadas por el aumento del dólar y les ayudaría a incrementar su participación en el mercado. No obstante, por la incertidumbre mundial son poco probables las inversiones para armar otros modelos.
Otros ganadores serán los automóviles importados de México, Brasil y Argentina. Además de no pagar arancel también tienen sus monedas depreciadas frente al dólar, aunque no a los niveles de lo observado en el peso colombiano.
Pierden las marcas cuyo portafolio se compone parcial o mayoritariamente de vehículos provenientes de países con los que Colombia no tiene acuerdo comercial (Japón, India, Tailandia, entre otros), u ofrecen carros con una desgravación arancelaría aún por encima del 15% (caso del TLC con Corea del Sur).
Igualmente les va a ir mal a los carros importados de Estados Unidos y de Europa. Aunque están cerca del cero arancel, sus precios no serían competitivos frente a equivalentes mexicanos o brasileros.
Otros perjudicados en nuestro mercado van a ser los carros de origen ecuatoriano. Pese a las políticas para favorecer a su industria de ensamble, la dolarización no les permite ofrecer precios razonables al momento de exportar y menos en esta coyuntura.
Nuestras exportaciones también pierden. Aunque los costos resultan ahora más atractivos por el tipo de cambio, nuestros mercados de exportación también van a enfrentar la caída del consumo de automóviles y sus partes.
¿Habrá Salón Internacional del Automóvil en Bogotá?
Esa es una de las preguntas que muchos se hacen en estos días, luego de que, por razones diferentes, se suspendieran los Salones de Ginebra y São Paulo. Pero hay que tener en cuenta que, a diferencia de los mencionados, aquí no se trata de una exhibición, sino que también es un lugar para comprar carro nuevo con todas las facilidades.
Se realizó el Salón del Automóvil en 1998 cuándo en Colombia iniciaba una de las peores recesiones en la historia reciente, y una década después se hizo la muestra en plena crisis financiera mundial. En ambas situaciones ocurría simultáneamente una crisis cambiara como la que enfrentamos en la actualidad.
Lo único que, creemos, pudiera hacer suspender este evento, es que la situación con el coronavirus llegara a niveles incontrolables en nuestro país. Esperemos que eso no ocurra.
Por ahora, la realización del Salón del Automóvil de Bogotá de 2020 está prevista para los días 4 al 16 de noviembre próximos.
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Fabián Rojas Castañeda.
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