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Los colombianos extrañan a Škoda por su prestigio. Sin embargo, para sus primeros años en el país era diferente a como la conocimos luego. Así era su publicidad.
PUBLICRÓNICA No. 92.
Por Camilo Ernesto Hernández Rincón, historiador automotor.
Especial para EL CARRO COLOMBIANO.
Más reconocida con justicia hoy que en su rico pasado, la marca Škoda incluye en su historia la transformación sociopolítica de su país natal, República Checa. La sociedad Laurin & Klement, creada en la ciudad de Mlada Boleslav que aún formaba parte del imperio astro húngaro, fue su cuna.
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Fabricaba bicicletas, luego motos y para 1905, automóviles. También se especializó en armamento. Incluso, dotó a los antiguos Ferrocarriles Nacionales y al Ejército Nacional de Colombia.
En el campo automotor, la conocemos desde 1961. Su discreta llegada coincidió con momentos cambiantes de la escena automotriz colombiana, con nuevas marcas que venían de orígenes desconocidos. Varias de ellas, desde la entonces conocida como “Cortina de Hierro”. La marca y el país mismo, esta vez Checoslovaquia, estaban dentro de esa órbita geopolítica repartida entre los vencedores aliados de la posguerra.
Junto con Wartburg, Škoda fue la primera marca de carros en llegar a Colombia desde ese lado del mundo. Y lo haría con un nombre eterno en su catálogo: Octavia.
Los primeros Škoda en Colombia
En ese tiempo, el Škoda Octavia era un auto compacto de dos puertas, baúl y motor delantero de 1.2 litros, presentado en 1959. Su publicidad del 30 de noviembre de 1961 en El Tiempo dejaba claras las circunstancias de aquel estreno.
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Las primeras 240 ejemplares se limitaron a una adquisición por cupo. Podían adquirirlas integrantes de gremios como, en este caso, empleados de la Universidad Nacional de Colombia, miembros de la Asociación Nacional de Agentes de Seguros y profesionales de la salud adscritos a la Federación Médica Colombiana. La representación, y mención de sus ventajas, estuvo a cargo de la tradicional firma Cudecom.
No fue el único medio para promover este nuevo auto checoslovaco. En 1962, la revista Cromos lo sorteó entre sus nuevos suscriptores, presentándolo en el recinto de la actual Corferias con motivo de la Feria del Automóvil de ese entonces.
Ahora, damos un salto hasta 1966. Los regímenes de importación de la época no fueron constantes ni consistentes, por lo que el regreso de Škoda a Colombia ocurrió en el segundo trimestre de ese año con el reemplazo del Octavia: el recordado MB 1000 de cuatro puertas y motor trasero.
Skoda 1000 MB, un sedán con “todo atrás”
Como correspondía a la época, la mejor vitrina para el Škoda 1000 MB fueron las carreras del Circuito Central Colombiano, donde se lució junto a pilotos como Artemo Trejos y Renato Martínez. Tal supremacía, se extendió por años.
Ahora, su representación estaba a cargo de una red de concesionarios en todo el país, encabezados por la empresa Distribuidora Škoda, asentada en Bogotá.
En su publicidad se hizo más evidente el emblema de la marca, representado desde siempre por la flecha alada en un círculo. Como curiosidad adicional, y fieles a la diversidad productiva de la firma, otras compañías ajenas al entorno automotor también importaban motores y motobombas Škoda.
Un taxi adelantado a su tiempo
Ahora, dada la prioridad del Gobierno de entonces hacia el sector transportador, se importaron camiones y buses Škoda. Pero en el renglón taxista, en gris con cuadros ajedrezados, la marca ganó relevancia con un modelo único en su especie, el 1202 oriundo del antiguo Octavia.
Era una camioneta Wagon de tres puertas, una del lado del conductor y dos del lado contrario. Como el Hyundai Veloster. Tal condición lo llevó a prestar servicios como colectivo en Bogotá.
Desde luego, tuvo promoción publicitaria con una amplia exposición de sus bondades, como la capacidad para cinco pasajeros y 450 kg de carga. Como era costumbre en la publicidad automotriz nacional, se resalta el precio: 28.500 pesos del momento, mas 1.000 pesos extra en repuestos.
Todo esto, dentro de una composición de letras cursivas y bloque de texto hacia la izquierda, dando sensación de velocidad. A esto, lo interrumpía una textura en ascenso de varios emblemas de la marca. Esta vez, la representación aparece en manos de la firma Motorkoda.
Creció y se fue
El caso de Škoda es único, por ser afortunado en todo. Fue una de las pocas empresas de tiempos socialistas cuya reputación estuvo libre de los cuestionamientos que por calidad, manufactura, diseño o ingeniería, sufrieron sus coetáneas desde la Unión Soviética hasta sus países satelites. Sus autos gozaban de reconocimiento en Europa, en parte por su insistencia en las carreras y los rallyes.
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Con la caída del Muro de Berlín y la “Revolución de Terciopelo”, no solo Checoslovaquia se dividió tranquilamente en los dos países que hoy reconocemos (República Checa y Eslovaquia), sino que Škoda entró al paraguas del Grupo Volkswagen, que la potenció y le dio el lugar que hoy ostenta en la escena global.
En esas condiciones, volvió a Colombia en enero de 1994 retomando un lugar que le fue provechoso, con modelos como Forman y Favorit, y luego, los Felicia, Octavia y Fabia. Sin embargo, su casa matriz tomó la decisión de que Skoda saliera definitivamente del mercado latinoamericano, privándonos de sus modelos actuales como el SUV Kodiaq o el eléctrico Enyaq IV.
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Su calidad y prestigio sobrepasaron su popularidad, logrando así ser una marca europea de primer nivel. Muy por encima de la percepción que, en algún momento, se tuvo de ella en Colombia.
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CRÉDITOS:
- Textos e investigación: Camilo Ernesto Hernández Rincón.
- Edición de texto, reconstrucción digital de imágenes y Dirección General: Óscar Julián Restrepo Mantilla.
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