Aún cuando existe un antecedente con el Studebaker en Barranquilla, con el Dodge Coronet 440 estamos ante el automóvil fundacional del ensamblaje nacional.
Como producto de ensamble nacional, el Dodge Coronet 440 surgió antes que el Renault 4 (considerado erróneamente por muchos como el primer carro hecho en Colombia), y cinco años después del Jeep Willys que Leonidas Lara e Hijos armó en su planta bogotana de la calle 13.
Colmotores llevaba un año de haber pasado de Austin a Dodge, al ser adquirida por Chrysler Corporation, y cambiar su razón social a Chrysler Colmotores, y luego de sólo armar vehículos de trabajo, decidió construir el primer verdadero automóvil para pasajeros de la industria colombiana: El Dodge Coronet 440 desde finales de 1965 hasta 1967.
De todo el portafolio que ofrecía el “tercer grande de Detroit” en su momento, se seleccionó esta referencia que estaba en producción desde 1949.
Así era el Dodge Coronet 440
Tuvo seis generaciones desde ese año hasta 1976, cuando se reemplazó por el Dodge Mónaco en los Estados Unidos. Al ensamble colombiano le correspondió la tercera generación, correspondiente al estreno de 1965, y que duraría hasta 1967.
Estos fueron, precisamente, los únicos dos años en que Chrysler Colmotores lo armó. El Coronet 440 era impulsado gracias a una motorización de seis cilindros en línea y 3.681 cc, bautizada como Slant Six y apodada por los mecánicos como el motor “borracho”, por su inclinación del costado derecho.
Gracias a su cigüeñal de cuatro apoyos con 12 válvulas, generaba hasta 145 caballos a 4.000 revoluciones por minuto, más un torque de 291 Nm a 2.400 revoluciones.
Tanto este motor como el chasis monocasco que lanzó Chrysler en 1960 eran características de vanguardia para el Coronet 440, lo mismo que el alternador en tiempos de los platinos. Venía equipado con una caja de tres cambios hacia adelante más reversa operada por palanca en la columna de dirección, frenos de campana y suspensión delantera con barras de torsión y trasera de eje rígido, amortiguada con ballestas.
Aisladamente llegaron unos pocos importados como cupés, convertibles o SW de motor 8 en V; pero el modelo nacional era un sedán de cuatro puertas y carrocería de tres volúmenes con capacidad para seis personas adultas en dos asientos anchos. El baúl era amplio pero poco profundo, y contaba con un tablero muy elemental pero completo.
Dicha configuración conservadora era precisamente lo que los colombianos esperaban de un auto debido al antecedente histórico del gran carro estadounidense, y aunque su lanzamiento no fue precisamente un espectáculo mediático, gozó de su éxito en el mercado como particular; pero es mucho más recordado por muchos pintado de gris con cuadros ajedrezados para el servicio público.
Eran los tiempos de las importaciones intermitentes y los canjes cafeteros que forzosamente ubicaron al Coronet como taxi. Durante esos dos años, conoció iguales cambios de frente. El 65/66 tenía una persiana dividida en dos mitades con cocuyos en los extremos, ocultos tras la rejilla. Los stops traseros eran grandes trapecios con luces de reversa en la tapa del baúl.
Para la generación final del 67 se optó por una persiana más sobria de rejillas verticales, cocuyos bajo los faros dobles, y stops más pequeños.
Nuestro invitado: Dodge Coronet 440 de Orlando León
Nuestro invitado en esta oportunidad es un representante de dicha primera generación, y que dentro de la nueva tendencia de conservación de carros en Colombia ya cuenta con placas que lo acreditan como vehículo antiguo y de conservación histórica.
Su propietario cuenta que el auto llegó a la familia doce años después de haber salido de la planta de Bosa, es decir, como un usado con credenciales diplomáticas según un reconocido comerciante de carros de segunda.
Formaba parte de la flotilla de la embajada de Estados Unidos, y según se dice, el mismo embajador de entonces lo condujo. Costó $350.000 del momento, y los enamorados padres de su actual dueño lo separaron con una cuota inicial de cincuenta mil.
Con el paso de los años se volvió el carro en el que los hijos iban a la universidad y a los compañeros de clases no les era indiferente el Dodge, pese a que acusaba el paso del tiempo. Una vez egresados, decidieron reparar el motor y comenzar una paciente labor de restauración, parte por parte, que duró ocho meses y lo devolvió a sus tiempos de gloria.
Permaneció guardado por un tiempo adicional, hasta que fue exhibido en una de las primeras ferias Antiguomotriz de La Candelaria, donde concentró la atención de todos, tanto como ahora.
Como antiguo reconocido con placas lleva pocos meses; pero su camino al éxito como automóvil histórico arrancó en ese momento, y ha sido protagonista de exhibiciones y desfiles por diferentes municipios de Cundinamarca, incluyendo otro en Calarcá (Quindío), y en el tradicional desfile de la Feria de la Flores de Medellín.
Sin duda, un destino merecido y maravilloso para este Pionero azul de la historia automotriz nacional, que sobrevive para narrarnos a todos como empezó todo.
Lea también: La historia de Colmotores, pionera de la industria automotriz colombiana
Para saber más sobre éste vehículo
http://www.carrosyclasicos.com/historia/363/dodge_coronet_1966:_el_primer_automovil_colombiano
http://en.wikipedia.org/wiki/Dodge_Coronet
http://www.oldride.com/library/1966_dodge_coronet.html
Publicidad de época: Archivo El Tiempo (12.03.1966, 11.12.1967)
Textos: Camilo Ernesto Hernández Rincón – Redacción El Carro Colombiano
Fotografías: Santiago Álvarez Lemus, Nicolás Ramírez Ordóñez.
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EL CARRO COLOMBIANO agradece al señor Orlando León por su amable colaboración, sin la cual éste artículo no habría sido posible.
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