En la década de 1970 Volvo experimentó con un particular carro eléctrico, que hoy se encuentra en uno de sus museos.
Volvo es, hoy por hoy, una de automotrices occidentales que más se aferra a la convicción de la electromovilidad. Su compromiso por una cartera de vehículos 100% eléctrica parece no estar siendo opacado por las dificultades del mercado. Pero en este contexto, hay que decir que su interés por los sistemas de propulsión a batería, se remontan varias décadas atrás.
El primer acercamiento de la marca sueca a este formato de vehículo fue en la década de los años sententa. Aunque no llegó a comercializarse masivamente, sí construyó un limitado lote de unidades del Volvo Elbil. Un pequeño hatchback eléctrico dedicado a prestar servicios de movilidad de un completo industrial de la compañía local Televerket.
Justamente, esta empresa de telecomunicaciones había sido la encargada de financiar el proyecto, e incitar a Volvo a la construcción de su primer EV. No se deje engañar por sus dimensiones compactas, ya que dado los componentes eléctricos empleados, alcanzaba un peso total de más de 2,2 toneladas. Su diseño tampoco fue su mayor atractivo.
Así era el abuelo del EX30
Con estos puntos de referencia, claramente es un vehículo que vale la pena conocer en detalle, comenzando por su nombre. Elbil se traduce del sueco, literalmente, como «auto eléctrico». Se diseñaron y produjeron dos tipos de carrocería y configuración interior. Uno de tres puertas y dos asientos, y otro de dos filas de asientos completas.
Al tratarse de un vehículo de servicio, la menor preocupación debió ser su estética. El Volvo Elbil llama la atención por su exterior de líneas cuadradas y formas simples. Su frente se adorna con par de faros rentangulares, un parachoques prominente y molduras negras en los laterales.
Abordo, los asientos contaban con reposacabezas, y la seguridad corría por cuenta de cuatro cinturones de seguridad. Lo que resultaba algo avanzado para su época y para un carro de su tipo.
Su sistema motriz incluía doce baterías de 6V, buenas para permitir una autonomía de 50 km, que se traducían en dos horas de conducción. Lo que se supone era suficiente para recorrer distancias cortas y entregar correspondencia en las mismas instalaciones de Televerket. Trabajo que a su vez servía de prueba para los prototipos del Elbil, aún así el proyecto no logró pasar a otras instancias.
Descubriendo este capítulo en la historia de la electrificación de Volvo, al Elbil se le puede atribuir el rol de ser el «abuelo» del Volvo EX30. Uno de los modelos eléctricos más recientes de la marca, también el más pequeño y asequible, que navega en el segmento B.
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Jessica Paola Vera García.