De acuerdo con la Sociedad de Ingenieros, la obra de ingeniería más importante del país se construyó al ritmo de las del siglo XIX: 0,7 kilómetros por año. Le presentamos todo lo que hay que saber sobre el proyecto.
Muchos dudamos en junio pasado, cuando el Gobierno Nacional anunció que el Túnel de La Línea sería entregado en la primera semana de septiembre de este año. Después de todo, se trata de una promesa rodeada de incertidumbre, con cuatro años de atraso y más de 100 años de historia.
Sin embargo, hoy recibimos con agrado y sorna la entrega de la obra de infraestructura, sin duda una de las más ambiciosas, costosas y extensas en la historia del país.
Fueron 11 años de trabajos, batallas legales y congestiones en el Alto de La Línea, una de las carreteras más reconocidas y difíciles de transitar en Colombia, además de una de las más importantes, al conectar al puerto de Buenaventura con Bogotá.
La mega obra
En el papel, el Tunel de La Línea consta de 8,6 kilometros de longitud, lo que lo convierte en el túnel carretero más largo de Latinoamérica. Tiene 12,5 metros de ancho de calzada y está a 2.400 msnm, unos 900 metros por debajo del Alto. La velocidad de circulación, según Invías, pasará de 18 a 60 km/h.
La obra, que por ahora solo funcionará en sentido Buenaventura-Bogotá y le ahorra 21 km de recorrido a los viajeros luego de pagar un peaje de $8.800 si va en vehículos de categoría I, $9.700 para los de categoría II, $20.200 para los de categoría III, $25.700 en categoría IV y 29.000 en categoría V.
El túnel, sin embargo, no está solo. De hecho, hace parte un proyecto más grande llamado Cruce de la Cordillera Central, que comprende 25 túneles, 31 viaductos, tres intercambiadores viales y unos 30 km de vía de doble calzada entre Cajamarca (Tolima) y Calarcá (Quindío).
De lo anterior, tres túneles más de 343, 904 y 627 metros; cinco puentes y 13 kilómetros de calzada también entran en funcionamiento el día de hoy. El resto del proyecto que le costó al país $2,9 billones, se debe entregar en abril de 2021.
La historia
La primera vez que se hablo de un Tunel de La Linea fue en 1902 cuando se buscaba la forma de construir una via férrea que conectara al centro del país con el pacífico, funcionando como una puerta mercantil a Asia.
Se hicieron varios estudios e intentos en 1918, 1925, 1940, 1950 1980 sin lograr muchos avances por las dificultades geográficas presentadas por la montaña. El proyecto se reactiva en el 2000 bajo el mandato de Pastrana, sin embargo, las dos licitaciones hechas para ello quedaron desiertas.
Finalmente, en 2004, durante el gobierno Uribe, se comisiona la construcción de un túnel piloto que comenzó en 2005 y que a partir de hoy funciona como via de rescate en caso de emergencia. Los trabajos para la obra principal arrancaron en 2009, con fecha de entrega para 2013.
Desde entonces, el proyecto fue lo que Germán Pardo, presidente de la Sociedad de Ingenieros, definió como “una pasión de Cristo”. Nueve años de trabajos, dos en los que la obra estuvo frenada por líos contractuales, 24 contratos celebrados, un millón de metros cúbicos de roca excavada y ocho fallas geológicas, incluida la de La Soledad, que retrasaron el proyecto.
Impacto
Así, en medio de retos de ingeniería, errores de construcción, promesas incumplidas, prorrogas, emergencias y hasta escándalos de corrupción, finalmente los colombianos tenemos hoy el Túnel de La Línea.
De acuerdo con el Invías, la obra le recortará hora y media de recorrido a los viajeros, reducirá en un 90 % la accidentalidad en el trayecto, que hoy se calcula en diez muertes y 200 siniestros por año y optmizará el flujo del 40 % de las exportaciones nacionales.
Con todo, le facilitará la vida a los cerca de 6.000 vehiculos que transitan diariamente por el Alto de La Linea. Adicionalmente, se calcula que se generarán 77 millones de dólares adicionales al año en materia comercial y turística, mientras que habrá ahorros por $270.000 millones anuales en transporte y logística.
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