El tráfico en América Latina alcanza niveles críticos: ciudades como Lima, Ciudad de México, Barranquilla y Bogotá hacen que los conductores pierdan hasta una semana en trancones.
En las principales ciudades de América Latina, no solo en las carreteras nacionales, la congestión vehicular es un problema persistente que deteriora la calidad de vida. No es solo cuestión de distancias, sino de demasiados vehículos intentando ocupar el mismo espacio simultáneamente. Latinoamérica vive una intensa presión sobre su infraestructura vial, que no crece al ritmo del aumento de automóviles.
Un informe reciente del TomTom Traffic Index 2024 destacó que Bogotá nuevamente figura entre las ciudades más congestionadas del mundo, donde los habitantes pierden un promedio de 5.0 días al año en trancones (en 2023 esa cifra fue más alta). Según Ralf‑Peter Schafer, vicepresidente de tráfico de TomTom, “demasiada gente quiere conducir al mismo tiempo en la red de carreteras”, una frase que resume la raíz del problema.
Otras metrópolis también enfrentan este reto: Lima encabeza la lista con 6,5 días perdidos al año, seguida por Ciudad de México con 6,3, Barranquilla con 5,4, Bogotá en cuarta posición, y Quito con 2,9 días de congestión anual.
Impacto económico y social
Y es que el tráfico no es solo un inconveniente, sino un freno para el desarrollo urbano. Según la CEPAL, el consumo de transporte representa más del 3,5 % del PIB regional, y un mal sistema vial erosiona horas productivas, agrava el estrés y limita oportunidades laborales y educativas para quienes dependen del sistema público. En ciudades saturadas, el tejido urbano se fragmenta: zonas periféricas con menor acceso al sistema de transporte quedan aisladas; esto incide directamente en el empleo, la educación y el acceso a servicios.
En la Unión Europea, se ha demostrado que una movilidad eficiente genera ingresos un 19 % más altos, reduciendo a su vez las brechas salariales entre barrios. Así mismo, la Organización Mundial de la Salud señala que en Latinoamérica hay 17 muertes por cada 100.000 habitantes debidas a siniestros viales, esto frente a un promedio de 8–9 en Europa, lo que revela además una alarmante crisis de seguridad vial.
En el caso colombiano, Bogotá ha sido pionera con proyectos como Transmilenio, un sistema de buses BRT (Bus Rapid Transit) lanzado en 2000. Con 12 líneas que cubren 114 km y una flota de 1.500 buses, mueve 1,5 millones de pasajeros al día.
Hay que decir que se calcula que los usuarios de Transmilenio ahorran 223 horas al año, equivalentes a una reducción del 32 % en los tiempos de viaje. A esto se suma que se redujeron las emisiones contaminantes en un 40 % y se incrementaron los valores de propiedad en un 15–20 %.
Bogotá como ejemplo
Otro logro es el sistema TransMiCable, un teleférico urbano en Ciudad Bolívar. Este elevador reduce tiempos de trayecto de 1,5 horas a solo 15 minutos, lo cual ha transformado la calidad de vida de los residentes. Así mismo, los más de 630 km de ciclorrutas que conectan estaciones de Transmilenio, fomentando el ciclismo urbano.
Aunque estas soluciones demuestran que inversiones contenidas pueden ofrecer grandes beneficios, aún persisten retos. Según un análisis de The New York Times, la carencia de visión política de largo plazo y la infraestructura limitada impiden una solución definitiva al caos vial.
Así las cosas, para avanzar hacia ciudades más habitables, es necesario un enfoque integral que incluya:
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Expansión del transporte público: integración eficiente entre buses, metro y sistemas alternativos como bicicletas y teleféricos.
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Planificación urbana inclusiva: evitar la segregación espacial garantizando acceso equitativo.
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Prioridad a modos sostenibles: infraestructura vial adecuada para bicicletas y caminantes.
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Mejoras en seguridad vial: diseños urbanos que protejan a peatones y ciclistas, reducción de siniestros y muertes.
Es bueno señalar que organismos públicos de México y Costa Rica, han implementado herramientas como el Manual de Observación de Conflictos Viales, basado en metodologías suecas para mejorar la seguridad en intersecciones y promover calles más seguras.
Por lo pronto, podemos indicar que es alarmante que millones de latinos pierdan días enteros atrapados en el tráfico. Si bien las experiencias de Bogotá (Transmilenio y TransMiCable) ofrecen lecciones valiosas, depende ahora de los gobiernos consolidar esos logros con estrategias robustas y sostenidas.
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Paola Reyes Bohórquez.