Con más de 130 marcas compitiendo, BYD lanzó recortes drásticos que sacuden al sector, mientras la industria y el Gobierno advierten que “no es sostenible”.
China ha transformado su industria automotriz en tan sólo unos años, pasando de ser un actor secundario a dominar el primer puesto en ventas globales, superando a Europa y Estados Unidos juntos. Sin embargo, este éxito tiene un lado oscuro: el mercado está hiperfragmentado, con más de 130 marcas compitiendo en un espacio donde los márgenes de beneficio se reducen hasta límites peligrosos.
BYD ha intensificado esta presión con rebajas masivas en casi toda su gama, obligando a sus competidores a seguir su ejemplo o arriesgarse a perder cuota de mercado. Stella Li, vicepresidenta de BYD y responsable de su expansión en Europa, admitió en una entrevista reciente que «la situación en China no es sostenible. Es una competencia muy extrema y dura».
El problema no es solo la saturación, sino la imposibilidad de subir precios en un mercado donde los consumidores esperan cada vez más por menos dinero. Muchas compañías operan con márgenes mínimos o incluso pérdidas, sostenidas en parte por subsidios gubernamentales. Pero, como advierte Li, «esto no es saludable».
Guerra de precios
El efecto dominó es claro: si una marca como BYD recorta precios, las demás no tienen más remedio que hacer lo mismo, generando un círculo vicioso que debilita a toda la industria. La Asociación de Fabricantes de Automóviles de China (CAAM) ya ha emitido un comunicado pidiendo moderación, alertando sobre los riesgos de una «competencia desleal».
A pesar de reconocer lo insostenible de la situación, BYD no parece dispuesta a ceder. La compañía china se ha fijado metas de crecimiento del 15% para este año, con la ambición de consolidarse como el mayor fabricante de autos eléctricos del mundo. Pero en un mercado donde antes crecía a ritmos del 30 a 40% anual, este avance podría no ser suficiente para satisfacer a sus inversores.
Mientras BYD acelera su expansión internacional, especialmente en Europa, el panorama en casa se complica. Li admitió que los competidores chinos lanzan modelos similares en cuestión de meses, pero más baratos en 10.000 a 20.000 yuanes (1.300 a 2.600 euros), lo que deja poco margen para la innovación real.
Con decenas de marcas operando en números rojos, los analistas anticipan una oleada de fusiones y quiebras. Empresas más pequeñas, sin el respaldo financiero de BYD o Geely, podrían desaparecer en los próximos años, dejando solo a los jugadores más fuertes.
Hay que decir que el Gobierno chino, aunque preocupado, no ha intervenido directamente, confiando en que el mercado se autorregule. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Cuánto tiempo podrá sostenerse esta guerra de precios antes de que estalle una crisis?
Paola Reyes Bohórquez. Con información de Bloomberg.