Por estos días, la llegada de Tesla a Colombia es el tema de conversación de moda. Por eso, analizamos lo que no le han contado de la marca de carros más revolucionaria en el país.
Desde unas horas antes de su presentación oficial en el país, en la noche del 19 de noviembre pasado, la llegada de Tesla a Colombia se convirtió en el tema más candente en el mundo automotor. En este momento se conocieron, «por accidente», los precios de sus vehículos Model 3 y Model Y en el país, generando un impacto gigante al ser los más bajos de la marca en el mundo. Por eso, más allá del furor, hay detalles que vale la pena revisar con más calma y detenimiento.
Mientras todo esto pasaba, en Corferias transcurría el Salón del Automóvil de Bogotá 2025, donde otras marcas miraban con cierto recelo a este nuevo competidor eléctrico que llegaba al mercado nacional. La desafiante entrada de Tesla tuvo lugar en un punto de exhibición abierto al público en el Centro Comercial Andino de Bogotá, donde se confirmó que la firma operará sin concesionarios, sin intermediarios y con los precios que se habían «filtrado» la noche anterior.
Fue así como Tesla se convirtió en tendencia. Esta estrategia provocó filas virtuales y presenciales, discusiones en redes sociales, desazón en algunas marcas y una avalancha de análisis. Según conoció EL CARRO COLOMBIANO, van cerca de 2.000 reservas y está previsto que las primeras entregas ocurran a finales de enero o principios de febrero de 2026, cuando también abrirán sus talleres. A la par, el público se pregunta si estos precios son fijos, o si son solo una estrategia inicial.


El fenómeno Tesla: ¿cómo logró precios tan bajos?
La Country Manager de Tesla en Colombia, Karen Scarpetta, dejó claro que Colombia es un mercado prioritario para la compañía. En declaraciones a El Tiempo y como respuesta al constante cuestionamiento sobre los precios, la ejecutiva señaló que Tesla «puede ofrecer precios altamente competitivos cuando identifica un país prioritario, y este lo es». De esa forma confirma una estrategia agresiva, que combina logística propia, control total de la cadena y un modelo comercial distinto al tradicional.
Llegados a este punto, cabe señalar que Tesla opera directamente, sin distribuidores y hasta sin concesionarios. Podría decirse que incluso sin asesores comerciales pues, aunque hay gestores en sus «Centros de Experiencia», las ventas se concretan de manera virtual. Este modelo reduce costos, acorta tiempos y deja a la firma el control absoluto sobre la experiencia del cliente. Además, su liderazgo global en software también le permite manejar economías de escala con suficiente comodidad.
A todo esto, se suma algo evidente que la marca no quiso confirmar: los Tesla para Colombia vienen desde China. Eso pudimos identificar durante el lanzamiento, al revisar los VIN de los vehículos disponibles en el evento. Recordemos que China es uno de los centros de producción más importantes de la marca, y allí se fabrican versiones a precios más asequibles y con mayor disponibilidad. Ese factor, sumado a costos logísticos más bajos, contribuye a armar parte de este rompecabezas.


Golpe mediático
Otro punto importante es que, evidentemente, los precios iniciales no buscaban reflejar el costo real de los vehículos. Es claro que la intención era generar el impacto que, en efecto, se generó, con lo que Tesla mostró no solo su poder mediático sino estratégico, y su enorme poder de marca. Pero aún así y aunque no lo admitan públicamente, ellos saben que deben reajustar sus precios en algún momento, y ya sucedió: el Model 3 de entrada pasó de 110 millones a 115 millones de pesos.
Ese pequeño aumento, que ocurrió apenas dos días después del lanzamiento de la marca, confirmó lo que muchas voces del sector afirmaron desde el primer momento. Los primeros precios de Tesla buscaban abrir conversación, generar ruido, capitalizar fanáticos y forzar una reacción inmediata del mercado. Y ese objetivo se logró con creces, capitalizado además en las reservas. Mientras tanto, algunas de las otras marcas llegaron a sentir esto como una competencia desleal.
Lo curioso de todo esto es que, a pesar de sus bajos precios y de este impacto en el público, Tesla no busca convertirse en una marca de alto volumen. Al menos, por ahora. En realidad, la firma de Elon Musk lo que busca es plantar bandera, posicionar en el país su ecosistema y consolidar una comunidad fiel. Como han dicho varios analistas, su modelo es similar al de Apple: venden el equipo pero luego monetizan los servicios, actualizaciones, mantenimiento, suscripciones y extras.


Cambiando las reglas
Tesla es consciente de que su entrada al país ocurre en un momento estratégico, cuando las ventas de carros eléctricos están disparadas. Sin embargo, su incursión cambia las reglas del juego pues, además de vender carros, trae un ecosistema propio. Eso incluye los llamados «Centros de Experiencia» en Bogotá y Medellín, el modelo de ventas 100% digital y una red de supercargadores que se instalará en estas ciudades durante los próximos meses, ganando una amplia ventaja competitiva.
Claramente, apunta a BYD como el principal rival a batir, y no es para menos. Esta compañía china, que además es su principal competidor a nivel mundial, es hoy la que más vende carros eléctricos en Colombia. Además, logró la mayor cantidad de pedidos en el Salón del Automóvil de Bogotá. Así mismo, el estreno de Tesla durante los días de este evento, pero fuera de él, es una evidencia de cómo la firma norteamericana quiso marcar una distancia simbólica con el resto del sector automotor.
Aunque su llegada nutre la competencia por los carros eléctricos en el país, Tesla no juega el mismo juego. Y eso abre muchas preguntas para el cliente colombiano frente al mantenimiento, disponibilidad de repuestos y soporte técnico, además del acompañamiento mientras se completa la curva de aprendizaje. Son dudas obvias ante una nueva marca que entra con fuerza, operando de una manera diferente, y a la que muchos se quieren subir. Por gusto, por economía o, simplemente, por moda.
Textos: Óscar Julián Restrepo Mantilla.
Fotografías: Óscar Julián Restrepo Mantilla, Jessica Vargas Álvarez.







