Los concesionarios en China enfrentan una de sus peores crisis. Guerra de precios, sobreproducción de vehículos eléctricos y caída de la demanda los han dejado al borde de la quiebra.
La industria automotriz china atraviesa una de sus mayores crisis estructurales. Los concesionarios, tradicionalmente sostenidos por márgenes estables en la venta de autos de combustión, hoy se enfrentan a una asfixiante combinación de sobreproducción, descuentos agresivos y caída en la demanda. El resultado denota pérdidas generalizadas, quiebras y un llamado urgente al gobierno para que intervenga con apoyo financiero.
En los últimos años, los objetivos de ventas impuestos por los fabricantes chinos se han vuelto cada vez más inalcanzables. Para cumplirlos, los concesionarios han tenido que ofrecer descuentos extremos, incluso vendiendo por debajo del costo. Esto, mientras la ralentización económica del país ha reducido drásticamente la demanda de nuevos vehículos. A esto se suma el rápido avance de la electrificación, que ha transformado el modelo de negocio tradicional.
Cui Dongshu, secretario general de la Asociación China de Turismos, explicó que el cambio hacia los vehículos eléctricos ha “puesto patas arriba el sistema”. En una publicación en WeChat, el experto advirtió que“actualmente, las ventas de automóviles nuevos de los concesionarios están experimentando grandes pérdidas. Operan con flujo de caja negativo y los riesgos de colapso financiero son generalizados. Es difícil escapar de esta lucha por la supervivencia”.
Al borde del colapso
Según datos de la asociación, los 14 mayores grupos de concesionarios del país han visto cómo sus ingresos y beneficios se desploman en los últimos seis años. Lo anterior, mientras los inventarios alcanzan niveles récord. Los márgenes netos medios han caído a terreno negativo por primera vez desde al menos 2019. Aunque algunos han incorporado marcas emergentes como Li Auto o Xiaomi, el retorno de esa estrategia podría tardar años.
El problema no solo afecta a los minoristas más pequeños. Gigantes como BYD, mayor vendedor de vehículos eléctricos de China, también han visto presionados sus márgenes. Todo, ante la feroz guerra de precios iniciada por Tesla a principios de 2023 y continuada por otras marcas locales. Entre tanto, BMW AG redujo esta semana sus previsiones financieras anuales, en parte debido a los “costos de apoyo a concesionarios en China”, según indicó la compañía alemana en un comunicado.
Cui compara la situación con “viejas heridas que no se han curado mientras se contraen nuevas enfermedades”. Y la descripción no es exagerada. A comienzos de 2025, dos grupos de concesionarios, ambos distribuidores de BYD en provincias distintas, se declararon en quiebra, dejando a cientos de clientes con pólizas de seguro vencidas y vehículos sin entregar. “Ni siquiera la venta de la marca más popular del país es suficiente para salvar a los minoristas de la presión financiera”, apuntó el experto.
¿Solución a la vista?
El gobierno chino ha tratado de intervenir. En 2024, Pekín impulsó una política para estabilizar el sector, buscando frenar la guerra de precios e instando a los fabricantes a acelerar los pagos a proveedores y concesionarios. Sin embargo, el efecto ha sido limitado. Los descuentos persisten, los plazos de pago se alargan y la sobrecapacidad sigue aumentando.
Hay que decir que, actualmente, China tiene una capacidad instalada para producir más de 40 millones de vehículos al año, aunque la demanda interna no supera los 25 millones, según datos del Ministerio de Industria y Tecnología de la Información.
La presión se siente también en las grandes marcas. BYD, que controla más del 35 % del mercado chino de eléctricos, reportó una desaceleración en el crecimiento de ventas durante el tercer trimestre de 2025, mientras que NIO y Xpeng recortaron personal para reducir costos. “La competencia ha llegado a un punto insostenible. La supervivencia dependerá de quién pueda resistir más tiempo con pérdidas”, dijo a Reuters un analista del banco Nomura.
Cui instó a las autoridades a actuar con urgencia.“El gobierno debería intervenir ofreciendo más apoyo financiero y de crédito, y orientar a los bancos para que sean más flexibles con los concesionarios”. La Asociación China de Concesionarios ha propuesto además la creación de un fondo estatal de rescate temporal y medidas para limitar los objetivos de ventas impuestos por los fabricantes.
Paola Reyes Bohórquez.