La decisión de la Comisión Europea de aumentar aranceles a los carros eléctricos chinos amenaza el libre comercio y los esfuerzos globales para reducir las emisiones de carbono.
La Comisión Europea ha decidido aumentar los aranceles a los vehículos eléctricos chinos a partir del 4 de julio de 2024, en una medida que podría tener serias repercusiones en el libre comercio y los objetivos climáticos.
Juan Esteban Musalem, presidente de la Cámara Chileno-China de Comercio, Industria y Turismo (CHICIT), expresó a Xinhua su preocupación al respecto. Así, señaló que «el reciente anuncio de la Unión Europea de aplicar medidas arancelarias para los autos eléctricos fabricados en China constituyen una muy mala señal, que va en contra del libre comercio global».
Así las cosas, la Comisión Europea informó que los nuevos aranceles oscilarán entre el 17,4% y el 38,1%, dependiendo del fabricante, sumándose al arancel estándar del 10% ya vigente. Esta decisión se basa en una investigación sobre los subsidios del gobierno chino a la industria de la electromovilidad, argumentando un «exceso de capacidad» en el país asiático.
Impacto global
Musalem subrayó al medio que «las medidas arancelarias siempre impactan fuertemente el comercio global en diferentes niveles, siendo los más afectados aquellos países que tienen una gran dependencia de sus exportaciones».
En tal sentido, naciones europeas como Alemania, Suecia y Hungría han criticado esta decisión, mientras que muchos otros países continúan operando bajo las reglas de la Organización Mundial de Comercio. Por su parte, el Ministerio de Comercio chino ha calificado las acusaciones de «competencia injusta» como «infundadas» y ha instado a la Unión Europea a abandonar el «proteccionismo comercial».
Además, la CHICIT considera que estas políticas arancelarias representan «barreras al libre desarrollo de cualquier industria de características transnacionales». Esta medida europea sigue la línea de los aranceles del 100% anunciados por Estados Unidos en mayo pasado para vehículos eléctricos, baterías, paneles solares y equipos médicos procedentes de China.
Según Musalem, estas acciones reflejan una «falta de competitividad y de eficiencia de los sectores industriales europeo y estadounidense en comparación con China». Así mismo, advirtió sobre las repercusiones que estas acciones podrían tener para los consumidores estadounidenses y europeos, indicando que «una serie de repercusiones en la población consumidora, en la medida que se restringe el flujo de bienes clave o se altera su precio».
También destacó que el impacto mundial de estas medidas es «impredecible, pero siempre negativo», dado que China representa alrededor del 20% del PIB mundial. Finalmente, hay que decir que las políticas arancelarias recientes de Europa y Estados Unidos contra los vehículos eléctricos chinos subrayan un enfoque proteccionista que podría obstaculizar no solo el libre comercio, sino también los esfuerzos globales para combatir el cambio climático.